Las
prácticas funerarias de los antiguos canarios han quedado muy bien documentadas
por la gran cantidad de enterramientos encontrados. Las necrópolis (muchas de
ellas en cuevas) nos han legado un gran número de osarios y restos momificados,
que se acompañan casi siempre de ricos ajuares. Sorprenden especialmente las
técnicas de amortajamiento y embalsamado. Durante siglos, los canarios
prepararon a sus muertos en forma de "fardos funerarios" o
enzurronados, paquetes compactos con envoltorio de pieles y tejidos vegetales,
de gran elaboración.
Destaca
la utilización del junco, planta propia de los barrancos y zonas húmedas, que
seguro fue muy abundante en el Guiniguada. Con ellos trenzaron esterillas y
textiles con los que envolvían al cadáver, al que se ceñían mediante cuerdas
del mismo material. También se han encontrado otros materiales vegetales como
hojas y ramas (por ejemplo de pino
canario) o entablillados
de tabaiba y otras maderas o cortezas. Todo
ello acompañado del uso de resinas (del propio pino) y otras sustancias de
origen vegetal para ayudar en la conservación el cuerpo.
En la
última etapa del poblamiento aborigen también se utilizaron, por influencia
europea, ataúdes confeccionados con pino o madera de drago.
Imagen: Sturm, J., Sturm, J.W. (1835). New York Botanical Garden.